Otra toma del Claustro del que fuera el Convento de la Merced. Fue uno de los conventos que la orden Mercedaria edificó en la Ciudad de México durante el periodo virreinal. Se dice de su templo que fue el más suntuoso de toda la Nueva España. El templo fue demolido durante la aplicación de las Leyes de Reforma. El edificio del convento se salvó de la aplicación de la ley, convirtiéndose en uno de los pocos ejemplos que quedan de arte mudéjar en el Valle de México. Fue declarado monumento histórico el 3 de junio de 1932.
Aunque la evangelización en la Nueva España dio inicio con los franciscanos, el primer religioso que llegó a México fue el mercedario fray Bartolomé de Olmedo, quien era capellán de la expedición de Hernán Cortés. En el continente americano,los Mercedarios se instalaron primero en Guatemala, pero en 1582 algunos de ellos viajaron a la capital del Virreinato para realizar estudios.
La construcción del convento se remonta al año de 1595, cuando el vicario general de la orden de la Merced, fray Francisco Jiménez, compró por 18 mil pesos cuatro solares del oriente de la ciudad que habían pertenecido al regidor Guillermo Brondat.
El claustro del antiguo convento de la Merced corresponde a lo que sería el sector sudoeste del complejo conventual. Su construcción data del año de 1676 y las obras concluyeron el 12 de diciembre de 1703, día en que se dedica.
Consta de un patio flanqueado por arquerías. En el primer cuerpo hay siete arcos de medio punto por lado, con columnas lisas de capitel dórico; los arcos llevan un almohadillado en donde alternan bloques de cantera lisos y otros con rosetones vegetales.
En los arranques de los arcos hay relieves de piñas y las claves son conchas con imágenes de santos, excepto en los cuatro arcos centrales, donde las figuras resaltan sobre un cortinaje y se trata de las cuatro imágenes más importantes de la orden: al oeste, la Virgen de la Merced; al este, el Señor del Rescate; al sur, San Pedro Nolasco, y al norte, San Ramón Nonato.
La arquería soporta un entablamento clásico con triglifos y metopas en forma de querubines y conchas o flores. Las gárgolas están labradas con forma de cabezas de león.
En el segundo cuerpo, los arcos son dobles en comparación con los de la planta baja, lo que da un total de 14 por lado. Las columnas pertenecen al orden tritóstilo y están bellamente labradas; el primer tercio tiene un complicado entrelazado vegetal, mientras el resto del cuerpo se compone de bandas que se entrecruzan formando rombos, los cuales están decorados con racimos de uvas y flores; los capiteles son de orden corintio. Los arcos están decorados con almohadillado y están diamantados al más puro estilo mudéjar. Las claves, entablamento y gárgolas presentan motivos vegetales.
En el extremo sur del corredor oeste del claustro se encuentra la escalera monumental que conduce al segundo nivel; ésta se ramifica en dos brazos y remata en bellas portadas decoradas con ventanillas y arcos de medio punto; está cubierta por una cúpula con linternilla.
En cuanto a valor artístico, a juzgar por especialistas del arte, el claustro es uno de los ejemplos más bellos del arte mudéjar en el continente americano.
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