Muy cerca del metro Pino Suárez de la línea azul del Metro, se encuentra esta antigua e importante iglesia que fundada en el año de 1690, convirtiéndose en un verdadero símbolo de los tiempos del virreinato en la Ciudad de México por ser la segunda parroquia fundada en México. Sobre su costo, se sabe que fue la valiosa cantidad de seis mil pesos de aquel tiempo. Terminada de construir por el arquitecto Pedro de Arrieta, su portada está custodiada por dos torres octagonales que en sus ángulos forman una taracea de cantera. La parte superior está ocupada por un arcángel San Miguel labrado en relieve sobre mármol, en tanto las torres y la cúpula, revestidos de azulejos, le dan una sobria elegancia.
Una descripción efectuada en 1931 añade que es una grandiosa iglesia, la cual no luce debidamente por lo angosta que es la calle a la cual da su fachada principal. Cuando se erigió el inmueble, ocupaba el terreno comprendido entre la cerrada de San Miguel al oriente, hasta la actual calle de 20 de Noviembre. Al interior hay dos capillas: la primera, ubicada junto al presbiterio, está consagrada a Nuestra Señora del Pilar y la segunda, más pequeña, a San José. Su altar mayor, reconstruido al estilo neoclásico, guardó joyas invaluables hasta 1861, cuando por orden del gobierno fueron confiscadas numerosas alhajas y objetos de oro empleados durante la consagración.
Esta parroquia fue una de las destinadas a atender solamente a españoles, y en noviembre de 1812 se nombró en ella a los representantes de las Cortés de Cádiz. Su feligresía abarcaba el sur del casco urbano, zona en la que se ubicaron los barberos de prestigio, quienes cortaban el pelo y rasuraban al cliente por dos reales, empleando, además de navajas inglesas. La ubicación de esta iglesia es por demás peculiar, pues fue edificada según una vieja costumbre europea, misma que avalaba que la iglesia en la entrada de una urbe, tenía que ser consagrada a este arcángel.
El templo se construyó en lo que fue la entrada de la antigua Ciudad de México. Además en ella, se podrá encontrar arte sacro invaluable, y a Santa Zita, la Santa a la que le rinden sus oraciones las empleadas domésticas. Al visitar el templo de San Miguel Arcángel uno se dará cuenta que su relevancia es mayor, por tratarse de la segunda parroquia que fue edificada en esta capital en el siglo XVII. Su principal función era repeler, a decir del clero de la época, evitar la entrada del demonio a la Nueva España. Otra particularidad de este templo, es que en su exterior, que da a la calle de Izazaga cuenta con un retablo labrado en cantera con la advocación a las Ánimas del Purgatorio y un a placa, donde se le exhorta a todo caminante que pase por ahí, a rezar una oración por aquellas almas pérdidas.
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